lunes, 26 de mayo de 2014

Decepción.

Dentro de un par de semanas comienza el fatídico mes de exámenes para los que estamos en la universidad. Y, por ello, pensaréis que qué hago escribiendo un 'artículo' en lugar de estudiar. El motivo de mis más modestas y molestas palabras de hoy es la decepción. La decepción de mirar alrededor y ver cosas sin sentido, cosas estúpidas y cosas inútiles. Comencemos.

Hace bastante que en mi mente corre la idea de dar un paseo profundo por Granada. Sin embargo, visto lo visto, las ganas se van perdiendo día a día. Ya escribí una 'crónica' de un paseo por la ciudad de la Alhambra. En dicha crónica, por llamarla de algún modo, intenté expresar la sensación que me producía ir andando y encontrarme cada dos pasos a una persona mendigando y pidiendo ayuda. Pero no solo estas pobres personas (en algunos casos, no todos) son la causa de la decepción que intento transmitiros. No hace falta bajar a la inmundicia para darse cuenta de la horrible sociedad que se va construyendo poco a poco.

Hay personas que solo se desahogan mediante redes sociales (yo en alguna que otra ocasión, también). Hay personas que pierden la cabeza si se despegan de su smartphone. Aunque parezca increíble, hay personas que ven en la ignorancia un signo de superioridad. Me explico:

Todos tenemos conocimiento de los típicos 'guays' que abundan en la ESO. Esta gente, que les da igual suspender, se creen mejores que los que sacan mejores notas. Lo peor que puede ocurrir en la vida es que un tonto se una a otro, y luego a otro, y después a otro... Y, creedme, a mí estos gilipollas de turno me ponen enfermo. Sin futuro, sin conocimientos, sin nada... No entienden que, a nivel de cultura, de sabiduría y demás, ellos son los inferiores. A esto me refería cuando mencione a las personas que ven en la ignorancia un signo de superioridad. Pero hay más motivos para la decepción de, espero, muchas personas.

Podría hablar de la decepción que nos provocan nuestros políticos corruptos o la incompetencia de estos. También podría hablar de la escasa profesionalidad de ciertos 'catedráticos', que espero no se dé en gran parte de las universidades de España. Podría hablar de muchos temas que inundan los titulares de los telediarios, pero necesitaría dos días para teclear sin parar. Yo os he querido hablar sobre lo que a mí me decepciona día a día (a pesar de que os importe más bien poco).

Antes os he mencionado tres motivos. Y hay muchos más, creedme. Pero, aunque no os lo creáis, no me gusta quejarme. Por eso, en mi reflexión de hoy sobre los motivos que causan una decepción, que yo espero que comparta más gente, dejaré que los que me lean saquen sus propios motivos para decepcionarse. Espero que este artículo no sea uno de ellos.

Como os he dicho, podría seguir argumentando la decepción que a veces me provoca mirar Twitter o encender la tele (sobre todo cuando pongo Tele5, en serio... ¿cerraron Xplora y dejaron esa mierda?). Pero no lo haré. Acabo de pedir unas pizzas en el Domino's y he de prepararme una cerveza bien fresquita.

Mañana comienza la maratón de muuuuuchas horas de estudio al día si quiero ser un motivo de esperanza y no de decepción.





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